miércoles, 22 de agosto de 2012

Ignorancia dulce


¿Yo? Pues aquí… esperando a que se te antoje quererme. Te lo pido, te lo pido en voz baja, no quiero que la nada se despierte y me conteste con mi propia voz y me recuerde que estoy solo. Aunque si por un momento me escucharas, ignoraría las palabras, voltearías la cara y te reirías de esta estúpida tontería. Total, la ignorancia dulce es lo que nos levanta el ánimo y hasta sonríe con nosotros.


Deja de esperar, parece que dice, pero no... es mi terapeuta echándome porras.

sábado, 18 de agosto de 2012

Querida casera


En el depa donde rento al sur de la ciudad, habitamos cinco personas muy peculiares (éramos seis, pero corrieron a una já!). La única mujer que vive con nosotros es la protagonista de esta pequeña anécdota que es 100% real (aunque quisiera que fuera mentira).
 Mi casera Gabriela Monterrubio, a quien, por respeto llamaré Amaranta para proteger su identidad, es una recién egresada de la carrera de Administración que, desde que se integró a las filas de los desempleados del país, no hace otra cosa que rascarse la vulva mientras ve televisión en compañía de su poco menos útil novio (haciendo mal) además de vivir de nuestro dinero (haciendo aún más mal). Resulta que ella, mayor exponente de la hueva absoluta y fanática de productos de Kitty, acudió a nosotros hace algunos ayeres con una duda que la asaltaba. Acababa de terminar su servicio social y luego de hacer su recuento de horas (de las cuales llevaba el registro en una hoja de papel arrugada) concluyó que había terminado con un exceso de más o menos 8 horas, pero había algo que la inquietaba…

-Chicos…-dijo, acercándose a la mesa donde trabajamos, interrumpiendo como siempre- Tengo una duda. Hoy fui a checar lo de mis horas del servicio y la licenciada me preguntó cómo hice mi conteo de horas. ¿Verdad que 2.5 horas son 2 horas con 50 minutos? 

Sí, leyeron bien. Una egresada de la universidad que no sabe hacer un cálculo básico que hasta mi abuela sabe hacer (y está muerta). Por un momento se hizo el silencio sepulcral en el departamento, esperando por el “jajaja era broma”… y como nunca llegó, no pude hacer otra cosa que reírme a carcajadas en su cara mientras imaginaba cómo era posible que hubiera una persona tan pendeja. Ella, al parecer no entendió mi burla y añadió:

-Es que la licenciada me explicó no sé qué, pero me sacó de onda… ¿verdad que estoy bien? Bueno, de todos modos ella lo hizo y dice que le dio lo mismo.

¡¡¡Que le dio lo mismo!!! ¡Por Dios! Imaginen la escena: dos oligofrénicas en una misma oficina con calculadora en mano (me pregunto qué sería para ellas 2.7 horas… ¿3 horas con 10?) Cuando pude parar de reír tomé la hoja que llevaba en la mano y en efecto, estaba llena de horas con fracciones decimales y al final la suma de todas.  Después de explicarle que estaba algo más que estúpida, nos dispusimos a hacer la cuenta como lo haría cualquier persona que recibió el oxígeno necesario al momento de nacer, y como se trataba de un cálculo extremaaaadamente difícil, tuvimos que hacerlo entre dos. El resultado es que Amaranta salió debiendo 9 horas de servicio social.

Puntadas como ésta, Gaby Amaranta ha tenido bastantes y sólo nos deja una valiosa lección: lo que no se usa se atrofia, por eso harán bien en ir a tener sexo ahora mismo con lo primero que encuentren ejercitar su cerebro todos los días y por supuesto, no estudiar Administración.