En el depa donde rento al
sur de la ciudad, habitamos cinco personas muy peculiares (éramos seis, pero
corrieron a una já!). La única mujer que vive con nosotros es la protagonista
de esta pequeña anécdota que es 100% real (aunque quisiera que fuera mentira).
Mi casera Gabriela
Monterrubio, a quien, por respeto llamaré Amaranta para proteger su
identidad, es una recién egresada de la carrera de Administración que, desde
que se integró a las filas de los desempleados del país, no hace otra cosa que
rascarse la vulva mientras ve televisión en compañía de su poco menos útil
novio (haciendo mal) además de vivir de nuestro dinero (haciendo aún más mal).
Resulta que ella, mayor exponente de la hueva absoluta y fanática de productos
de Kitty, acudió a nosotros hace algunos ayeres con una duda que la asaltaba.
Acababa de terminar su servicio social y luego de hacer su recuento de horas
(de las cuales llevaba el registro en una hoja de papel arrugada) concluyó que
había terminado con un exceso de más o menos 8 horas, pero había algo que la
inquietaba…
-Chicos…-dijo, acercándose
a la mesa donde trabajamos, interrumpiendo como siempre- Tengo una duda. Hoy
fui a checar lo de mis horas del servicio y la licenciada me preguntó cómo hice
mi conteo de horas. ¿Verdad que 2.5 horas son 2 horas con 50 minutos?
Sí, leyeron bien. Una
egresada de la universidad que no sabe hacer un cálculo básico que hasta mi
abuela sabe hacer (y está muerta). Por un momento se hizo el silencio sepulcral
en el departamento, esperando por el “jajaja era broma”… y como nunca llegó, no
pude hacer otra cosa que reírme a carcajadas en su cara mientras imaginaba cómo
era posible que hubiera una persona tan pendeja. Ella, al parecer no entendió
mi burla y añadió:
-Es que la licenciada me
explicó no sé qué, pero me sacó de onda… ¿verdad que estoy bien? Bueno, de
todos modos ella lo hizo y dice que le dio lo mismo.
¡¡¡Que le dio lo mismo!!!
¡Por Dios! Imaginen la escena: dos oligofrénicas en una misma oficina con
calculadora en mano (me pregunto qué sería para ellas 2.7 horas… ¿3 horas con
10?) Cuando pude parar de reír tomé la hoja que llevaba en la mano y en efecto,
estaba llena de horas con fracciones decimales y al final la suma de
todas. Después de explicarle que estaba algo más que estúpida, nos
dispusimos a hacer la cuenta como lo haría cualquier persona que recibió el
oxígeno necesario al momento de nacer, y como se trataba de un cálculo
extremaaaadamente difícil, tuvimos que hacerlo entre dos. El resultado es que
Amaranta salió debiendo 9 horas de servicio social.
Puntadas como ésta, Gaby
Amaranta ha tenido bastantes y sólo nos deja una valiosa lección: lo que no se
usa se atrofia, por eso harán bien en ir a tener sexo ahora mismo con lo
primero que encuentren ejercitar su cerebro todos los días y por supuesto,
no estudiar Administración.